El fracaso del sacrificio

«Sé que debería poner límites, pero no quiero ser alguien egoísta»

Una situación habitual es la siguiente: la persona que lleva un tiempo pasándolo moderadamente mal durante un cierto tiempo pero que ha ido aguantando (siguiendo el famoso «mañana será otro día») hasta que llega a un momento de crisis. Ésta surge cuando la solución de ir aguantando está en un límite (al parecer) insostenible y han aparecido síntomas físicos y psicológicos (fatiga, perfeccionismo, ansiedades, angustias, entre otras) a un nivel tan alto de malestar que las fuerzas ya no son suficientes.

Se va aguantando a uno, pero también a los demás. Y es que en muy pocas ocasiones la persona lo pasa mal por motivos que solo la tocan a ella. Tarde o temprano aparecen las relaciones mezcladas en todo el embrollo. Quizás porque son exigentes, porque hacen demandas que la persona no puede cumplir (o si, pero en contra del propio bienestar), por abandono y por lo tanto porque no se recibe el suficiente afecto o, simplemente porque se aprovechan.

Quienes vienen a consulta no son las personas que sacan provecho, sino las que están incómodas con la situación. Son las que siempre están cansadas y preocupadas y agobiadas mientras, no se sabe bien por qué, «los demás parecen estar siempre bien, o al menos, bastante mejor que yo«.

En el mundo hay de todo, e incluye tanto a personas dispuestas a aprovecharse de los demás como a personas disponibles (que no dispuestas) para ser aprovechadas. Éstas segundas son buenas personas en su mayoría y además les gusta ser valoradas, reconocidas y apreciadas por este esfuerzo. En este sentido, unas y otras se complementan.

«los demás parecen estar siempre bien,

o al menos, bastante mejor que yo«.

A la psicología últimamente lo que se le piden son recetas. Y cuando vemos situaciones de tanto malestar y por qué, damos la siguiente: Poner límites. Lo que implica, entre otras cosas: empezar a decir que no, a pensar más en ti, a trabajar con la culpa por no sentirte mal por pensar más en ti.

¿Hay suficiente con poner límites? Quizás no.

Los ejemplos que he puesto van bien en muchas ocasiones, pero en muchas otras no. Quizá es que si fuera siempre tan fácil, se pondrían límites pronto y bien.

Pero no es tan fácil, porque cuando para una persona lo coherente es darse, dejar de hacerlo no lo es.

Quien se define como alguien generoso rechaza el egoísmo, y por lo tanto no quiere ser egoísta, cada cual por sus motivos. Pero ocurre que en este afán de evitar el egoísmo a toda costa, nos vamos al otro extremo, el sacrificio personal. Es decir, darlo todo a los demás en contra de nuestros propios intereses y bienestar.

Entonces, ¿Cómo llegar a un término medio, más saludable, que no implique ni egoísmo ni sacrificio, sino vivir sin coste para uno ni para los demás, con respeto y bienestar?

Yo te propongo que empecemos desmontando el sacrificio, ya que el acto de sacrificarse no es tan altruista como quizá piensas… Agárrate que vienen curvas.

El altruismo al 100% no existe

No existe una acción humana con y para los demás que no lleve a sentir ningún tipo de satisfacción para quien lo hace: te darás porque sigues tus principios morales o porque te han educado así, porque te hace sentir bien pensar que sirve para algo, porque sientes que es necesario que lo hagas, o porque quieres dormir con la conciencia tranquila, o porque sientes que debes hacer algo si se trata de una causa social… pero siempre habrá una satisfacción, por pequeña que sea, que obtendrás.

Dentro del altruismo siempre hay una parte, no material, de placer personal.

¿Donde está el problema? Que en nuestra cultura judeo-cristiana, donde la culpa y la vergüenza son reguladoras de nuestros comportamientos, el placer está muy, pero que muy mal visto. Y parece que el hecho de reconocer que ayudar a los demás, o hacer algo bueno, te puede hacer sentir bien, también. Y que ese placercillo ayuda a seguir ayudando, también.

Generalizando mucho llego a esto: El sacrificio está muy bien visto y da prestigio, mientras que el placer, aunque se busca, sigue siendo tabú.

(*) Ojo, una puntualización: hablo de ayuda, no de explotación. Hay personas que ayudan con el único objetivo de sentirse bien ellas y utilizan a los otros para eso. Éstas lo que hacen es explotar las desventuras de los demás en propio beneficio. No hablo de éstas. Yo hablo de personas que hacen cosas para los demás, pero no reconocen que hacerlo, les hace sentir bien.

No podrás deshacerte de tu ego, por mucho que te sacrifiques.

En serio: Sabemos que egoísta viene de ego, pero la solución no es tu sacrificio, verás:

El sacrificio también es una mini caricia al ego. Por pequeño que lo quieras tener, lo tienes, y recibe pequeñas carantoñas cuando haces lo que crees que tienes que hacer. Si la sientes, ésta pequeña caricia te hace un poquiiito egoísta. Un poco solo, pero egoísta, porque te sientes bien haciendo el bien.

Por lo tanto, si te estás sacrificando y crees que no eres egoísta por ello, permíteme: estás fracasando estrepitosamente. Te estás haciendo mucho daño, no estás consiguiendo tu objetivo, y los demás están viviendo de lujo a costa tuya, en casos extremos.

Dicho lo cual, te propongo que cambies de estrategia y saques más partido a tu esfuerzo, de manera más adecuada para ti: Para cuidar, CUI-DA-TE.

Cómo ser buena persona sin sufrir injustamente: el cuidado personal

Quizá lo habrás oído mil veces pero no por eso deja de ser cierto: no es posible cuidar bien ni estar disponible bien si no estás mínimamente bien. Si aún no lo ves claro, te pongo un ejemplo para la reflexión:pexels-photo-1038647

Seguro que tienes presente los barcos de salvamento en el Mediterráneo, hacen una labor humanitaria impresionante. Pues deben hacer estancias en puerto, reparar la embarcación, abastecerse, que su tripulación descanse, etc. Si no hacen estas paradas, podrían encontrarse en situaciones extremas que les podrían en peligro a ellos y a quienes salvan. Nadie gana, sólo se perdería.

¿Verías lógico entonces, que un barco pare y se repare? ¿Y por qué no ves que esa lógica pueda aplicarse a ti? ¿Porque eres tú? Pues si es eso lo que piensas, es tu Ego quien responde. Ganó de nuevo. Fracasaste.

Como el Ego siempre está ahí, te propongo que dejemos de evitar y empecemos a sacarle partido y ponerlo a tu favor.

Y para eso, empezar a aceptar que debes cuidar de la persona más importante en todo esto de los cuidados a los demás: TÚ.

¿Qué beneficios tendría empezar a cuidarte? (sólo un poco, sin exagerar) Algunas pistillas de por dónde empezar:

  1. Escucha tu criterio. Cuando la única guía que seguimos es lo que los demás nos piden, vamos como pollos si cabeza y todo parece igual de importante y urgente. Salvo lo que opinas tú. Empieza por parar un poco y preguntarte: «Si me preguntasen a mí, haría lo que hago como lo hago, o cambiaría el orden de las cosas, ¿sería todo igual de importante? ¿hay cosas que igual, me están pidiendo pero no me hacen falta?».
  2. Escucha un poco tu cuerpo. ¿Hay veces que después de hablar con algunas personas, te has agotado sin motivo que lo justifique, o te las entristecido, o te has puesto de muy mala uva? ¿Siempre te pasa con las mismas personas? ¿Y siempre se soluciona entendiendo tú a esas personas? A veces el cuerpo nos da información de lo que nos conviene o no, pero a su manera, como puede. Nos envía mensajes. Presta atención a esas sensaciones y si es posible, empieza a pasar más tiempo con otras personas que no te hagan sentir así.
  3. Tener algo más de tiempo de calidad para ti. Continuando con el cuerpo, ¿haces algo, por pequeño que sea, para cuidarte? Buscar una canción que te guste y escucharla, que te guste, eer algo sobre un tema que te interese, hacer un café con alguien agradable. Busca algo pequeño y empieza por ahí.

Estas son solo algunas ideas básicas. E insisto: por más que dejes de pensar en ti, nunca podrás eliminar cualquier pensamiento propio. Con lo que te propongo que hagas algo diferente y que te beneficie a ti, a las personas que te importan y sobre todo, a las personas que pueden cuidarte y a quienes importas. Porque si hay algo injusto, es tratar a todo el mundo por igual. Empezar a cuidarte te ayudará a ver quienes son más importantes y quienes SI son egoístas a tope y se aprovechan de ti.

Y por último, te animo a contactarme si tienes dudas.

¡Hasta pronto!

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