Empiezo esta reseña con una pequeña confesión: En muchas ocasiones, tomamos una parte y la confundimos con el todo. Algo así me ha pasado a mí hasta hace poco con el ámbito de la sexología: durante mucho tiempo, la vinculaba tan solo con el “tratamiento de las disfunciones sexuales”, es decir, patología, problema y ver cómo hacer que funcione lo que no funciona con nombres como vaginismo, anorgasmia, falta de deseo, eyaculación precoz, etc…
Ha sido a base de lecturas y de seguir, seguir lo que dicen y hablar con compañeras sexólogas (especialmente con Noemí Domínguez, te agradezco tu feedback sobre éste artículo) que he ido cambiando mi concepto y viendo que es mucho más. Éste libro del sexólogo chileno Rodrigo Jarpa ha sido parte importante de éste “descubrimiento”.
Jarpa empieza con un prólogo contundente donde y hace toda una declaración de principios. Se ha aburrido de que entre todos, reduzcamos la sexualidad (todo un ámbito de la experiencia humana que nos hace relacionarnos con nosotros mismos y los demás) tan solo al sexo (al acto sexual o las relaciones sexuales). Sobre todo, a una manera “correcta” de practicarlo, con un deseo, una frecuencia, una duración y un goce “correctos” o “normales”. Unos estándares que si no se cumplen, son “anormales” o “patológicos”, motivo de una hipervigilancia para ver si soy “normal”, “bueno/a” o “deseable”. Y si no es así o se sospecha, sufrir y quizás ir a una consulta profesional por no ser “normal” ni “llegar al nivel”.
La idea de que el sexo puede ir separado de los afectos está muy extendida, pero no es real. La sexualidad es siempre una experiencia afectiva – y no necesariamente amorosa-, porque nos implicamos en ella e intentamos que sea placentera para nosotros, de diferentes maneras. La afectividad está presente tanto en las relaciones más esporádicas como en las duraderas.
Lo que ocurre es que en muchas ocasiones, el sexo no es satisfactorio ni placentero y nuestra experiencia de nuestra sexualidad, tampoco. Puede haber muchos motivos: Por inseguridad, por presión por gustar, por presión de que la experiencia sea siempre para echar cohetes, porque no se conecta con la otra persona, porque el deseo falla, porque nos utilizamos sin pactarlo previamente, porque limitamos la experiencia sexual a pocas prácticas (el famoso coitocentrismo), porque vamos con saturación de estrés y agotamiento, porque no somos afectivos ni con nosotros mismos, etc.
A lo largo de libro encontraréis lo siguiente: la puesta en duda de conceptos como “la normalidad» y sobre cómo debe ser la respuesta sexual “ideal” (la de Masters & Johnson) para que sea “normal”. Con evidencia, da su opinión sobre unodelos papeles del porno en nuestra sexualidad. También da una reflexión sobre la relación que tenemos con nuestro cuerpo y cómo nos influye en el deseo y el placer. Dedica también un interesante apartado a la relación entre sexualidad y felicidad, sin autoayuda (¡gracias!). En un apartado final tenéis algunas soluciones desde diferentes escuelas psicológicas para poder ”salir del aburrimiento”. El propósito es dar herramientas para una sexualidad -y sexo- y más placentera, libre tanto de tabús conservadores como de hipersexualización casi impuesta. Una sexualidad más plena, respetuosa, responsable y sostenible en los afectos y que pueda ser además una experiencia disfrutona para toda aquella persona que participe, que de eso va la cosa.
Pone en conexión de manera natural y sencilla las dos vertientes que tiene la sexualidad tal como las explica Javier Gómez Zapiaín en su libro “Apego y sexualidad”: uno, el erotismo, la experiencia del deseo sexual y del placer del sexo. El dos, el vínculo y la necesidad de querer y sentirse si no querido, como mínimo apreciado/a, lo que en muchas ocasiones nos lleva a crear relaciones más estables -no necesarimente monógamas-.
Pone en perspectiva que hay múltiples maneras de vivir la sexualidad, en función del sexo biológico, del género, de la identidad, de la orientación sexual, de las preferencias… Es decir, muchas más además del marco heteronormativo, el todavía imperante y más presente. Remarca que mientras nos sigamos centrando en sólo una parte, la normativa (la de “preliminares”y tiempos y medidas “normales”), perdemos “el todo” de vista. Perdemos el respeto, el placer, la intimidad, el pasarlo bien y las risas cómplices, entre otras muchas cosas.
Muestra desde diferentes perspectivas cómo poder ser sujeto sexual, un ente vivo que es activo, desea, disfruta y hace sentir al otro/a deseado/a y le da disfrute.
El autor intenta presentar una mirada más abierta de la sexualidad, menos rígida, encorsetada ni exigente. Da reflexiones y recursos que hacen pensar y resultan útiles y muy accesibles tanto si no tienes ni idea y tienes curiosidad como si eres profesional de la psicología (y/o de la salud), ya que su enfoque es muy integrador de diferentes corrientes psicológicas.
Pone sobre la mesa los riesgos de la deshumanización y de una idea del sexo que lleva a tratar a las personas como objetos de consumo de quien te aprovechas pero de quien no te cuidas ni respetas.Sigue la misma línea sobre el narcisismo e individualismo y la desconexión con el propio cuerpo. Pone en cuestión la cultura de lo inmediato y lo deshumanizado, además de la presión por ser feliz consiguiendo muchos amantes o buscando ejecuciones perfectas, lo cual aporta ansiedad. Y la ansiedad es el antídoto del disfrute y del placer.
Recomiendo éste libro porque me ha gustado la perspectiva que plantea, que la creo necesaria. No encontrarás “recetas” ni soluciones ideales aunque sí da ideas, algún listado de tips y también aportaciones sencillas y con evidencia de fuentes como Shere Hite, John Gottman, Leonore Tiefer entre muchas otras más para profundizar si se desea. Hace pensar, da ideas y abre caminos en lugar de dar consejos hípermasticados, habla claro sin paternalismos ni infantilizaciones.
Tiene también un par de inconvenientes: la edición disponible es la chilena (de Chan! Editores) y solo se encuentra en Amazon. También por estar enmarcado en el contexto chileno, los dotos estadísticos y sociológicos te pueden quedar un poco lejos.
También verás que el marco principal de referencia es la sexualidad de parejas cisgénero, heteros y monógamas ya que son las que le llegan mayoritariamente a consulta al autor. Aun así, Jarpa lo dice desde el minuto uno y procura asimismo mantener una perspectiva amplia hacia un amplio espectro de sexualidades, tanto en el desarrollo como en las conclusiones.
Si te ha interesado, tienes en enlace en Amazon o me puedes escribir en Contacto.
¡Hasta pronto!